Aún recuerdo como cuando iba al colegio había costumbre de llamar al profesor usando el tratamiento “don o doña”, que por supuesto, implica el “usted”. Este tipo de tratamiento al docente generaba una barrera ‘psicológica’ entre el estudiante y profesor con el fin de generar un clima de respeto en las aulas. Hoy en día parece que eso se ha convertido en cosa del pasado, porque la sociedad actual ha optado por que los alumnos tuteen a los profesores con el fin de generar más cercanía hacia ellos.
Un tratamiento es un título que se le da a una persona por cortesía o en función de su cargo o condición. Nos sirve para distinguir a las personas y son expresión directa de la valoración que poseen o se merecen nuestros interlocutores. Su uso es sinónimo de respeto. En España, por ejemplo, los más comunes son «Ilustrísimo» o «Excelentísimo» y tienen su origen en el s. XIII y XVI respectivamente.
Cuando una persona carece de título, pero le queremos dar un tratamiento de respeto usamos el don/doña, o señor/señora, que como decía anteriormente, implica el “usted”. A este respecto hemos de tener clara una cosa: el don/doña se usan siempre con el nombre, y el señor/señora con el apellido. Nunca a la inversa. Por ejemplo: señor González, y dona Elena.
En español, al contrario que en otras lenguas, actualmente estamos dejando de usar la diferenciación señora/señorita para las mujeres. La diferencia estriba en si la mujer está o no casada. Muchos organismos, como el propio Tribunal de Cuentas, desde 2014, ya no lo usan. Consideran que “En la sociedad actual no podemos continuar identificando a las mujeres por su estado civil o por su relación con los hombres”. Por tanto, lo aconsejable es usar señora para todas las mujeres.

Pero, ¿qué ocurre en otros idiomas como el inglés? En la cultura anglosajona el tratamiento de usted no existe, por lo que sus formas de transmitir respeto son diferentes. Para momentos formales donde no sabemos el nombre de la persona a la que nos dirigimos usamos Madam (cuya contracción es ma’am) para las mujeres, y Sir para los hombres. En el caso de que conozcamos el nombre de la persona a la que nos dirigimos es diferente. Para los hombres usamos Mister (Mr.) con el apellido y/o el nombre. Para las mujeres hay dos tratamientos posibles: Miss (Ms) junto con el nombre y/o apellido si es una mujer soltera y Misses (Mrs.) si es una mujer casada.
La cuestión es simple. El protocolo tiene como objetivo garantizar la convivencia de un grupo social, y uno de los recursos utilizados en muchas culturas es el de los tratamientos. El inglés los tiene y el español también. El uso de estos en ambos casos tiene como objetivo demostrar respeto hacia nuestro interlocutor. Utilizarlos y garantizar la transmisión de unas generaciones a otras es trabajo de todos.